−Yo… − ¡Maldita sea!, ¿cómo encontrar las palabras correctas?−. Te debo una disculpa. No, sin duda, te debo mucho más, muchísimo más que eso, pero has de saber que no tenía ni idea… No me di cuenta del desastre que dejaba a mis espaldas. Pensé que te dejaba a salvo. Totalmente a salvo. No tenía ni idea de que volvería Victoria… Debo admitir que presté más atención a los pensamientos de James que a los de ella cuando la vi aquella ve y, por consiguiente, fui capaz de prever esa clase de reacción por su parte y de descubrir que ella tenía un lazo tan fuerte con él. Creo que me he dado cuenta ahora de que Victoria confiaba tanto en él que jamás pensó que pudiera sucumbir, ni se le pasó por la imaginación. Quizás fue ese exceso de confianza el que nubló sus sentimientos por él y lo que me impidió darme cuenta de la profundidad del lazo que lo unía…
»Pero, de cualquier modo, no tengo excusa alguna por haber permitido que te enfrentaras sola a todo eso. Cuando oí lo que le contaste a Alice, e incluso lo que ella vio por si misma, cuando me di cuanta de que habías tenido que poner tu vida en manos de hombres lobo, esas criaturas inmaduras y volubles, lo peor que ronda por ahí afuera, aparte de Victoria…
Por favor, créeme cuando te digo que no tenía ni idea de todo eso. Se me revuelven las tripas hasta lo más prefundo, incluso ahora, cuando puedo verte segura en mis brazos. No tengo ni la más remota disculpa en…
−Basta −interrumpió secamente…, obviamente no me perdonaría. ¡Era estúpido, débil e idiota! Imaginar que de verdad… que siquiera albergara la esperanza de volver con ella como si nada hubiera pasado. “Si Edward, adelante… hazte falsas ilusiones como un mentecato adolescente de secundaria, mírate a ti mismo, tan terco, tan egoísta… tan idiota… tan ingenuo como para pensar en una solución sencilla a esta situación, tan miserable que hasta el más mediocre de los humanos parecería un afortunado comparado contigo”
Seguramente eso me diría a mi mismo hace dos años si viera en que me he convertido… El Edward metódico, el Edward intraspasable… el fuerte. Estaba seguro, sentiría asco de mí… como lo hago yo ahora.
−Edward −comenzó a hablarme una vez más, interrumpiendo momentáneamente mi castigo personal… Tenía que ser esto, había llegado la hora. Intenté prepararme mentalmente para un segundo adiós… Naturalmente, fue imposible−, esto tiene que terminar ya. No puedes ver las cosas de esa manera. No puedes permitir que esa… culpa… gobierne tu vida. No tienes por qué asumir la responsabilidad de las cosas que me han ocurrido aquí. Nada de esto ha sucedido por tu causa, sólo es parte de las cosas que me suelen pasar a mí en la vida.
Así que si tropiezo delante de un autobús o lo que sea que me ocurra la próxima vez, has de ser consiente que no es cosa tuya asumir la culpa. No tienes por qué salir corriendo hacia Italia porque te sientas mal por no haberme salvado. Incluso si yo hubiera saltado de ese acantilado para matarme, ésa habría sido mi elección y, desde luego, no tu responsabilidad. Sé que está en tu… naturaleza cargar con las culpas de todo, pero de verdad… ¡no tienes por qué llevarlo hasta el extremo! Es de lo más irresponsable por tu parte no haber pensado en Carlisle, Esme y… −la voz se le quebró, ella no puedo terminar de hablar.
“¿Qu…qué?”
Suponiendo que hubiera escuchado mal, que es lo menos probable pues mi sentido del oído era mucho más que infalible, Bella me estaba planteando que la única razón por la que viaje a Italia y seguirla para no querer perder la vida más invaluable en todo este maldito universo era porque…¡Porque me sentía culpable!
Lejos de pedirme que me fuera, me llamaba la atención por haber cometido un acto tan exagerado, preocupada por mi familia. Por Esme, por Carlisle… y… ¿por mi? Como si arrojarse de un acantilado por diversión quedara en un término de mucha menor importancia… Sin mencionar su propio sufrimiento… sin un solo reclamo de haberla abandonado.
Sencillamente sorprendente.
−Isabella Marie Swan −susurré con el corazón en vilo su nombre completo. Seguramente, mi anterior análisis y mezcla de sorpresas daban una momentánea locura, era verdaderamente de lunáticos lo que estaba pensando−, pero ¿tú crees que le pedí a los Vulturis que me mataran porque me sentía culpable?
− ¿Ah, no? −mostró la expresión más confundida que le hubiera visto.
−Me sentía culpable, de una forma muy intensa. Más de lo que tú podrías llegar a comprender.
−Entonces, ¿que estas diciendo? No te entiendo.
−Bella, me marché con los Vulturis porque pensé que habías muerto −la peor de las maldiciones que me pudiera pasar−. Incluso aunque yo no hubiera tenido nada que ver con tu muerte…−el peor acontecimiento que mi mundo podría alguna vez presenciar…−. Me hubiera ido a Italia aunque no hubiera ocurrido por culpa mía. Es obvio que debería haber sido más cuidadoso, tendría que haberle preguntado a Alice directamente, en lugar de aceptarlo de labios de Rosalie, de segundas. Pero vamos a ver… ¿Qué se suponía que debía pensar cuando el chico dijo que Charlie estaba en el funeral? ¿Cuáles eran las probabilidades?
»Las probabilidades… −Irónico, cada decisión, cada movimiento erróneo, todo lo que creí mejor resultó lo nefasto… tropezones fatales, caídas prácticamente irremediables− Las probabilidades siempre están en contra nuestra. Error tras error. No creo que vuelva a criticar nunca más a Romeo.
−Pero hay algo que aún no entiendo, y ése es el punto más importante de la cuestión: ¿y qué?
− ¿Perdona?
− ¿Y qué pasaba si yo había muerto?
Me confundí. ¿Qué clase de pregunta ridícula era aquella? ¿¡Y que si ella hubiera muerto!? Me parecía que esta iniciando una conversación como alguien que ignora completamente el amor profundo y eterno que le tengo a pesar de todas las cosas. ¿Lo ignoraba de verdad?, ¿¡puede llegar a olvidar un hecho tan inevitable y real!?...
Creo que estaba llegando al núcleo del verdadero problema.
− ¿No recuerdas nada de lo que te he dicho desde nos conocimos? −cuestioné incrédulo que pudiera existir ese tipo de amnesia tan injusta, o el simple pensamiento absurdo de siquiera imaginar que mis sentimientos hacia ella desaparecieron por completo.
−Recuerdo todo lo que me has dicho −respondió con pesadumbre y pude reconocer una vez más el mismo semblante de dolor que mostró en Volterra sobre mis insinuaciones de permanecer unidos. Dolor, pesadumbre… un sentimiento que luchaba contra todo para poder ocultármelo, pero estaba seguro… la carcomía por dentro. Entonces ahora todo tenía sentido, las razones del porqué su actitud hacia mi en Volterra.
Recordé el día de mi despedida, el rostro en el que admitía y creía con suma facilidad mí miserable mentira, en donde ella me daba la razón en afirmarle que no me convenía estar a su lado… cuando le decía que yo no la amaba… El rostro lleno de dolor, exactamente el mismo rostro de Volterra, el mismo de ahora… Ella, ¿en verdad seguía con la idea de que yo no la quería más conmigo? Después de todo lo que había pasado en Italia… las señales, aún podía buscar excusas como la culpa para seguir pensado en mi mentira del pasado…
Rocé con la yema de mi dedo su labio inferior. Podía sentirlo temblar ante mi contacto, vacilando si mi toque era por mero reflejo o una demostración de cariño… yo gocé del calor antes de aclarar sus ideas.
−Bella, creo que ha habido un malentendido −cerré los ojos mientras sacudía mi cabeza negando lentamente. Que en verdad pudiera ser fiel a una tontería tan grande como aquella después de tanto tiempo… lastimaba−. Pensé que ya te la había explicado antes con claridad. Bella, yo no puedo vivir en un mundo donde tú no existas.
−Estoy… estoy echa un lío −no parecía comprender ni una sola palabra de lo que yo decía. Muy bien… si esto no le era suficiente, tendría que aclararle todo desde el principio.
−Soy un buen mentiroso, Bella, tuve que serlo.
Su expresión cambio instantáneamente a una completamente helada y sucumbida por el dolor.
¡No…no!, eso no era a lo que me estaba refiriendo… ¿Es que me costaría demasiado trabajo hacerla entender de verdad?
− ¡Déjame acabar! Soy un buen mentiroso, pero desde luego, tú tienes parte de culpa por haberme creído con tanta rapidez −No puede reprimir una mueca de dolor al siquiera recordarlo −Eso fue… insoportable.
−Te refieres a cuando estuvimos en el bosque, cuando me dijiste adiós…−Bella aún pronunció las palabras en un estado de incredulidad, completamente paralizada y adolorida, ese día en especial tampoco le resultaba el mejor recuerdo que haya podido tener… Comencé a explicarlo todo, absolutamente todo.
−No ibas a dejar que lo hiciera por las buenas. Me daba cuenta. Yo no deseaba hacerlo, creía que me moría si lo hacía, pero sabía que si no te convencía de que ya no te amaba, habrías tardado muy poco en querer acabar con tu vida humana. Tenía la esperanza de que la retomarías si pensabas que me había marchado.
−Una ruptura limpia −susurró para si misma.
−Exactamente. Pero, ¡nunca imaginé que hacerlo resultaría tan sencillo! Pensaba que sería casi imposible, que te darías cuenta tan fácilmente de la verdad que yo tendría que soltar una mentira tras otra durante horas para apenas plantar la semilla de una duda en tu cabeza. Mentí y lo siento mucho, muchísimo, porque te hice daño, y lo siento también porque fue un esfuerzo que no mereció la pena. Siento que a pesar de todo no pudiera protegerte de lo que soy. Mentí para salvarte, pero no funcionó. Lo siento.
»Pero ¿cómo pudiste creerme? Después de las miles de veces que te dije lo mucho que te amaba, ¿cómo pudo una simple palabra romper tu fe en mí?
Bella continuó paralizada y callada, o demasiado sorprendida o demasiado renuente al creer las palabras que le estaba diciendo. No podía leer su mente, pero no necesitaba hacerlo en ese preciso momento para darme cuenta de que… efectivamente seguía dudando de mí.
¡Frustrante, ridículo… absurdo! ¿Por qué no puede creer una verdad tan absoluta?
−Vi en tus ojos que de verdad creías que ya no te quería. La idea más absurda, más ridícula, ¡como si hubiera alguna manera de que yo pudiera existir sin necesitarte!
Ella aún seguía sin habla, quieta… absorta de creerme. Esto llegó a mi limite… la sacudí de los hombros completamente frustrado y nervioso, tal vez así saldría de su leve estado de shock… o me diría que demonios estaba pensando.
−Bella, ¡dime de una vez qué es lo que estas pensando! −exigí desquiciado.
Me quedé congelado al ver las lágrimas correr por sus mejillas automáticamente después de formular mi pregunta. Las punzadas que me provocaron cada lágrima derramada fueron tremendamente insoportables.
−Lo sabía −sollozó−. Sabía que estaba soñando…
¡Mierda, mierda, mierda!... ¿Por qué tenía que ser tan terca?... ¿Por qué mintiéndole me creía de inmediato y dudaba de mí cuando decía la verdad?
−Eres imposible −solté una carcajada frustrada−. ¿De qué manera te puedo explicar esto para que me creas? No estás dormida ni muerta. Estoy aquí y te quiero. Siempre te he querido y siempre te querré. Cada segundo de los que estuve lejos, estuve pensando en ti, viendo tu rostro en mi mente. Cuando te dije que no te quería…. Ésa fue la más negra de las blasfemias...
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Hola chicas.
waa ya se que me quieren matar, pero estos dias he estado muy ocupada y para colmo enferma.
Asi que bueno aqui esta el cap, espero que lo disfruten e intentaré publicar lo antes posible ok.
Bueno sin nada más que agregar se despide Gaby!!**
No mee dejes asii
ResponderEliminarquiero mas !!
publica pronto
por fa y pasatee
por mi blog
biee n.n
abby(:
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaamooooo tu blog te juro q tuve q contenerme para no llorar ya quiero q publiques maaas no puedo esperar lo juuuuroooo escribe mas no puedo dejar de leer no hagas esto no te dmores tanto xfaa publica maaaaaas waaaaaa :( quiero leer maas
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